Primera menstruación

¿Cómo hablar de la primera menstruación con tu hija?

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La menstruación es una experiencia por la que cada mes pasamos las personas que podemos menstruar, sin embargo, apenas sigue sin hablarse. De una manera u otra, todas nos hemos sentido incómodas en relación con nuestro propio ciclo menstrual, habiéndolo vivido en silencio y con vergüenza.

La experiencia de la menstruación debe abordarse desde un punto de vista social, ya que a pesar de que se trata de un proceso fisiológico y natural, contiene también un aspecto psicosocial que afecta a la manera en que se alcanza la menarquía y se experimentan los ciclos menstruales. El mismo día que tiene lugar la menarquía adoptamos, sin quererlo, los estereotipos que rodean a la sangre menstrual.

¿Cuáles son los efectos psicológicos en la menarquía?

La experiencia de la menarquía, o primera menstruación, depende de varios factores, como el tipo de información recibida, el conocimiento previo sobre el tema, las expectativas que se tienen, el apoyo recibido, la propia personalidad, y la edad de la niña al momento de experimentarla.

En concreto, la primera menstruación puede ser vivida por muchas mujeres como una experiencia traumática, debido a la falta de información con respecto a la menarquía: a más conocimiento, más naturalidad y tranquilidad, y al contrario, a menor información, es vivida como una experiencia más desagradable, predominando actitudes de timidez, vergüenza y sorpresa. Esta falta de información fiable sobre la menstruación genera inseguridad y las lleva a creer en la información que reciben de amigos y/o familiares. Sin embargo, ésta no suele ser de calidad y acaba por contribuir a la transmisión de los estereotipos e ideas erróneas de impureza e inferioridad asociadas a la menstruación que todos conocemos aun a día de hoy. Por ejemplo, que la sangre de la menstruación es impura, tóxica, sucia, algo de lo que avergonzarse y que tiene que ocultarse.

Por tanto, la valoración negativa sobre la menstruación que predomina entre las niñas se construye principalmente por el tipo de información y el modo en que la reciben. Por ejemplo, los relatos que hacen otras mujeres de sus propias experiencias son un factor importante. Diferentes estudios muestran que, gran cantidad de chicas,  antes de su menarquía, habían escuchado a otras mujeres hablar sobre su menstruación de manera negativa. En consecuencia, al oírlas construyen un imaginario negativo que suele asociarse con la incomodidad y el dolor (normalizando y naturalizando estas sensaciones).

Por otro lado, las investigaciones también muestran que el primer mensaje que reciben las niñas acerca de la menstruación es que se trata de un proceso biológico, y utilizan términos que en función de la edad les pueden resultar difíciles de entender. Esto implica, que no se habla con ellas de la menstruación como una experiencia psicosocial ni emocional y que ésta se relaciona únicamente con el inicio de la fertilidad y la posibilidad de quedar embarazadas. De nuevo, las niñas desarrollan un imaginario negativo del ciclo menstrual al asociarlo con el miedo, la responsabilidad y la ansiedad por evitar el embarazo no deseado.

Además, en las sociedades contemporáneas, existe una paradoja: las niñas son felicitadas por alcanzar la condición de mujer, pero son instruidas para mantener la menstruación en secreto. Es decir, la menarquía se festeja, pero los siguientes ciclos se ocultan. Aunque es cierto que hoy en día la menstruación se discute más abiertamente, las investigaciones muestran que el impacto de la menstruación continúa siendo en gran parte negativa.

Por tanto, para una niña, encontrar de manera inesperada sangre en su ropa interior puede suponer una experiencia angustiante, que le asuste y le resulte violenta. Este impacto inicial, sumado a la falta de información o que ésta sea estereotipada y a la estructura de silencio que rodea a la menstruación, pueden afectar la relación de la niña con su propio ciclo menstrual, generando y manteniendo la sensación de vergüenza y la concepción negativa de la menstruación. En consecuencia, debido al modo en que aprendieron acerca del ciclo menstrual, las niñas pueden llegar a la conclusión de que es algo vergonzoso y bochornoso.

¿Cómo hablar de la primera menstruación desde la psicología?

Debemos tener en cuenta que las experiencias de las adolescentes con la menarquía están directamente relacionadas con su contexto y la visión que cada una de ellas tenga sobre el sexo femenino y lo que la sociedad espera de ellas.

Como se comentaba en el apartado anterior, la fuente de información sobre la menstruación va a incidir en la manera en que experimentarán el ciclo. De esta manera, el modo y la forma en que se les explica el tema pueden generar dudas y ansiedades o, por el contrario, colaborar para que desde el inicio se entienda la menstruación como un proceso fisiológico natural.

Con la primera menstruación pueden experimentar miedo, temor y/o angustia frente a un hecho desconocido y nuevo que conlleva cambios en todos los aspectos. Los cambios psicológicos que presentan la mayoría de las jóvenes en su menarquía son: inhibición ante el medio porque se sienten inseguras, cambios en el autoconcepto, miedos y excitación. Cabe añadir que, la mayor parte de las mujeres se sienten diferentes algunos días antes y durante sus reglas. Desde el punto de vista psicológico, la fase luteínica del ciclo menstrual supone un período inestable que se caracteriza por la alternancia de melancolía e irritabilidad, de forma que algunas mujeres pueden sentirse tensas, enojadas, preocupadas, sentir soledad, confusión, mareos, debilidad, irritabilidad, cansancio, depresión, o ansiedad por consumir ciertos alimentos.

Dentro de los aspectos psicológicos, las niñas pueden preocuparse por cómo pueda verse afectada su autoimagen y tender a compararse con sus iguales, por ejemplo al querer saber porqué otra amiga ha tenido su primera menstruación o no. También puede generarles ansiedad el sentimiento de vergüenza que desarrollan por el hecho de tener la menstruación dentro de su entorno social más cercano (incluyendo a los chicos).

Los estudios realizados hasta la fecha reflejan que la aceptación psicológica que tenga la niña de la menarquía está relacionada con la cantidad de información útil que haya recibido. Así, las niñas que reciben este tipo de información, ven el evento como un procedimiento fisiológico normal, que sucede a todas las mujeres. Por el contrario, quienes no cuentan con una fuente informativa de confianza, ven el momento como algo negativo.

¿Cuándo hablar sobre la primera menstruación?

Se debe hablar sobre la menstruación con las niñas desde que son pequeñitas, antes de tenerla. Esto no implica tener una charla de “tenemos que contarte algo”; la idea es integrar la realidad de su cuerpo y lo que le sucede cada día como parte de su educación.

Por tanto, es imprescindible hablar desde los primeros momentos y con frecuencia. Cuanto antes comiences a hablar con tu hija sobre la gran variedad de cambios que le ocurrirán durante la pubertad, mejor. Debes tener en cuenta que con una única charla no se podrán hablar la variedad de temas que rodean a la menstruación por lo que es mejor planear varias conversaciones, así como responder abierta y sinceramente las preguntas que tu hija te haga, y en caso de que ésta no las realice, como madre debes ser quien lleve la iniciativa para hablar sobre ello.

¿Cómo hablar sobre la menstruación?

Principalmente la madre supone el mejor ejemplo para ir transmitiendo la información de forma consciente: no escondiéndose y explicando cuando su hija también pregunte. Aunque en la transmisión de este mensaje también pueden participar otras mujeres del entorno de la niña. No obstante, antes de transmitir conocimientos a nuestras hijas es necesario asegurarnos que nosotras mismas estemos bien informadas.

Se puede comenzar preguntándole qué sabe sobre la pubertad y sobre el ciclo menstrual. Para ello, es necesario que antes hayamos establecido un marco de confianza con ella al respecto para que sienta que puede preguntarnos sus dudas, sus miedos, etc. A partir de aquí podemos comenzar a aclarar la información errónea, explicarle conceptos básicos y solventar sus dudas. Ten en cuenta que debes adaptar el lenguaje a la edad que tenga tu hija.

Haz un seguimiento de las “lecciones” de salud y educación sexual que tu hija reciba, por ejemplo en la escuela o por parte de sus iguales. Si tu hija se muestra reacia a hablar, intenta mantener una actitud positiva. Los cambios relacionados con la pubertad pueden atemorizar a tu hija, por tanto asegúrale que sus inquietudes son normales y que estás a su disposición siempre que te necesite.

Es importante tener en cuenta que las experiencias de los padres, hechas desde la empatía, le permitirán a tu hija aprender. Ellos pueden compartirles a sus hijas las experiencias que ellos han tenido con sus propias madres, hermanas, amigas, etc. Por ello, tanto las madres como los padres pueden y deben hablar sobre la menstruación, (esto no es cosa de madres).

¿Qué información dar sobre la primera menstruación?

Aunque las niñas deben saber sobre la biología de la menstruación es importante que conozcan la información más práctica: cuándo le sucederá, qué sentirá, qué cambios va a notar, en qué consiste y qué deberá hacer llegado el momento.

  • Sangrar no es negativo: se debe indicar a qué se debe ese sangrado, ya que no nos ocurre nada malo ni se trata de una enfermedad. Es algo natural.

  • Qué cambios corporales va a notar: el pecho, caderas, vello, etc.

  • Qué cambios emocionales va a notar: las emociones exageradas y variables así como cierta inconsistencia en su comportamiento son habituales.

  • Cuéntale tu propia experiencia: como madre puedes decirle cuándo tuviste tu primera regla, a qué edad, cómo fue y qué te hubiese gustado saber. Como padre puedes contarle cómo viviste la experiencia de tu propia madre, hermana(s), etc.

  • Higiene: hay que inculcarles la importancia de una buena higiene genital, así como indicarle las diferentes opciones que tiene para usar (la copa menstrual, las compresas de tela reutilizables, bragas para la menstruación, esponjas marinas, tampones o compresas desechables, o el sangrado libre o free bleeding).

  • Todos somos diferentes. Coméntale a tu hija que sus periodos no tienen porqué ser iguales a los de sus amistades. La duración y el flujo del ciclo puede ser diferente de una persona a otra, incluso en la misma persona puede variar de un mes a otro. Es por ello que debes enseñarle a tu hija a cómo hacer un seguimiento de los períodos menstruales.

  • Las adolescentes pueden sentirse preocupadas por las diferencias respecto a su autoimagen y actitud hacia sí misma. Las hijas, a pesar de que se ven como mujeres se sienten limitadas por los padres y la sociedad, quienes las siguen tratando como niñas pero al mismo tiempo se las incita a expresarse como mujeres.

  • Síndrome premenstrual: conjunto de síntomas durante la segunda mitad del ciclo menstrual entre los que pueden encontrarse sensación de gases, sensibilidad en las mamas, estreñimiento o diarrea, dolor de cabeza, deseo por algunos alimentos, fatiga, altibajos en el estado de ánimo, etc.

  • Háblale de embarazo pero no desde la amenaza, sino como parte de la capacidad que tiene su cuerpo, qué sucederá en él y en qué consiste. Sería una enseñanza desde el valor y el amor a su cuerpo y no desde el temor.  

  • Trastorno disfórico premenstrual (DDPM): es una patología, diferente al síndrome premenstrual, que hace referencia a los cambios somáticos y psíquicos que ocurren durante la fase luteínica en el ciclo femenino normal. Este trastorno se encuentra incluido y reconocido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, en inglés Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), el cual es editado por la  Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, en inglés, American Psychiatric Association). El DDPM  produciría incapacidad física y psíquica y problemas de relación familiar, laboral y social. Este  conjunto de síntomas se resuelven con la menstruación.

    La necesidad de explicar esto a las niñas es importante ya que si no queremos que continúe ocurriendo como en generaciones anteriores y que se consiga la naturalización el ciclo menstrual, debemos ser conscientes que en áreas dedicadas a la sanidad, pueden diagnosticar a nuestras hijas con este trastorno cuando en la semana previa a la menstruación (durante varios ciclos) presente síntomas que le hagan difícil llevar a cabo sus actividades de la vida diaria y sociales (como tristeza, ansiedad, tensión interna, irritabilidad, pérdida de interés por las actividades cotidianas, cambios en el apetito, cefaleas, aumento del tamaño de los pechos, molestias articulares, entre otros).

¿Cómo actuar si se tienen problemas para hablar con los hijos sobre la menstruación?

La menarquía está cargada de creencias y mitos que causan temor sobre la reacción de los padres y hermanos, compañeros de colegio y amigos habituales. Si las madres no se acostumbran a hablar del tema con sus hijos varones y las empresas que dan las charlas en las escuelas, no incluyen a los niños, estos tenderán a realizar preguntas a las chicas y a usar un lenguaje que reflejará la falta de conocimiento que estos tienen.

Resulta curioso que a pesar de la falta de conocimiento que tiene la población masculina sobre la menstruación, estos usan un lenguaje negativo sobre esta temática,  que refuerza que las chicas imaginen que a ellos les da asco la menstruación y que tienen que mantenerlo en secreto para no sentirse rechazadas por sus iguales. En consecuencia, los compañeros de escuela suponen figuras negativas a quienes hay que ocultar todo lo relacionado con la menstruación. Así, las niñas usarán el ocultamiento como estrategia para evitar las burlas y las emociones negativas que suscitan en los demás el hablar sobre menstruación. Esta estrategia es compartida de forma solidaria entre ellas, reforzando el secreto y evitando las emociones negativas de los demás, pero no comparten opiniones personales, ni experiencias, ni dudas que puedan tener sobre la menstruación.

Pero esto solo es resultado de que tanto las niñas como los niños toman los puntos de vista culturales sobre la menstruación y los integran dentro de su propia cultura y experiencias sociales. Para evitar lo anteriormente explicado, es de vital importancia que aquellas personas que se identifiquen como niños y como hombres se les hable de la regla y normalizarlo ya que también tienen madres, tías, amigas, primas, profesoras, parejas, etc. Para ello hay que comenzar transmitiendo el mensaje de naturalidad desde casa, y de nuevo las madres vuelven a ser el principal modelo. No hay que esconderse. Si tu hijo entra en el baño no intentes expulsarle como si hubiera que protegerle de algo terrible. Explícale para qué sirve cada producto, porqué los estás usando, si por ejemplo en los momentos de cambio prefieres intimidad, etc.

Al igual que en el apartado anterior se comentaba la relevancia de transmitir a las hijas que la menstruación no es algo sucio ni malo, sino normal, resulta igual de importante y necesario explicárselo a los niños, con el fin de que desarrollen empatía y que aprendan los límites de cada uno. Así, podrán crecer sin los tabúes y sesgos con los que sí crecieron las generaciones anteriores.

En resumen, tu hija necesitará información de confianza sobre el ciclo menstrual y los diferentes desafíos que plantea la pubertad, ya que los amigos pueden proporcionar información imprecisa. Hablar con tu hija puede ayudar a disipar los miedos infundados o la ansiedad, además de influir de forma positiva en su imagen corporal. Asimismo, las conversaciones que tengas con tu hija sobre la menstruación pueden servir de base para fortalecer vuestro vínculo y que hagan más fáciles futuras charlas, por ejemplo sobre la sexualidad.

A pesar de la cantidad de información a la que hoy día se tiene acceso, la madre, el colegio y los profesionales de salud deben ser quienes jueguen un rol primordial en la preparación de las niñas, aportando información sobre aspectos biológicos pero también desde la experiencia corporal y emocional, e incluyendo a toda la población, ya que el ciclo menstrual no es solo cosa de mujeres.

Escrito por Fátima López Herrera para Escuela CYCLO.

Soy Fátima López Herrera, Psicóloga General Sanitaria y Sexóloga, especializada en clínica sexológica y tratamiento individual y de parejas. Cuento con formación en violencia de género. La ausencia de una educación sexual de calidad, me condujo a investigar sobre diferentes aspectos de la sexualidad como el sexismo, la autoestima sexual o la postpornografía. Esta misma razón, pero desde un punto de vista más personal, me llevó a indagar sobre el ciclo menstrual. Lucho por una adecuada educación menstrual, explicando no solo los cambios físicos sino también los psicológicos, que este proceso cíclico produce cada mes a lo largo de nuestra vida. Actualmente paso consulta de forma online y presencial en Antequera (Málaga).

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Si aun quieres más consejos para cuando a tu hija le llegue su menarquía y cómo hacer para que la viva de forma positiva, te dejo por aquí este este post en el que hablamos de “Cómo explicar a una niña la menstruación para empoderarla“.

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