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Afrontamiento psicológico del dolor menstrual

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Hola, mi nombre es Silvia y soy psicóloga especialista en trastornos menstruales. Hoy me he unido a CYCLO para hablarnos sobre el dolor menstrual desde una perspectiva diferente y a veces, algo olvidada. A continuación, voy a profundizar en la dismenorrea y cómo podemos gestionarla desde el punto de vista psciológico y emocional.  Desde siempre y en casi todas las culturas, la menstruación ha sido considerada como un suceso misterioso: a veces mágico, otras impuro o contaminante, y muy frecuentemente rodeado de supersticiones y falsas creencias. Las cosas están cambiando mucho, muchísimo, pero popularmente aún se ignoran muchas cosas sobre la menstruación y los trastornos relacionados con ella. Uno de los más importantes en cuanto a investigación y al número de mujeres que lo padecen es la dismenorrea o dolor menstrual.

¿Qué es la dismenorrea?

  • Se denomina dismenorrea primaria o funcional al conjunto de síntomas dolorosos o no, que preceden y/o acompañan a la menstruación sin que parezca existir una alteración patológica que lo justifique. Se suele presentar al mismo tiempo o poco después de la primera regla y suele ser más intensa el primer día de la menstruación
  • La dismenorrea secundaria es aquella en la que existe una patología clínica que la explica y suele presentarse pasado un tiempo más amplio desde la primera regla.
En este artículo nos centraremos en la dismenorrea primaria y su afrontamiento psicológico.

afront-psicologico-dolor-menstrual

Síntomas de la dismenorrea

En general, los síntomas que más frecuentes de dismenorrea son los siguientes:
  • Dolor abdominal y calambres
  • Dolor intenso en la zona lumbar
  • Dolor en las piernas, fundamentalmente en los muslos
  • Dolor de cabeza
  • Debilidad
  • Mareos, vómitos, diarrea, falta de apetito
  • Sentimientos disfóricos: irritabilidad, tristeza,…

Causas de la dismenorrea o dolor menstrual

Veamos por qué se producen.
  • Desde la perspectiva médica:
La dismenorrea es debida a una serie de factores hormonales (altos niveles de progesterona en el útero, presencia elevada de oxitocina y vasopresina en sangre) y cervicales (estrechamiento del cuello uterino), a hiperactividad del miometrio (contracciones del miometrio muy intensas) y a factores neurológicos (concentración de noradrenalina en útero, irritación de las terminaciones nerviosas libres); pero, sobre todo, la dismenorrea es debida a la acción en útero y en sangre, de las prostaglandinas. El incremento de las prostaglandinas en el útero produce tensión en el miometrio, provocando contracciones intensas que pueden llegar a ser muy parecidas a las del parto. La tensión genera constricción vascular e isquemia, así como estrechamiento del cuello uterino, lo que dificulta la salida del flujo menstrual. Esta interrupción parcial del flujo favorece que las prostaglandinas se reabsorban, aumentando así su concentración y la sensibilidad del útero a estas sustancias. Además, las prostaglandinas que pasan a la circulación sanguínea, estimulan la musculatura lisa del tracto intestinal, provocando los trastornos gastrointestinales que acompañan a la menstruación: mareos, náuseas, diarrea, vómitos, …
  • Desde la perspectiva psicológica
Es conocida la importancia que las variables psicológicas tienen en distintos aspectos relacionados con la menstruación, en cuanto a la regularidad del ciclo, la existencia de amenorreas funcionales (retirada de la regla sin causa médica que lo justifique), menopausia…  y estas variables son de los siguientes tipos:
  • Factores o variables de tipo vicario:
La historia familiar influye en nuestra experiencia de dolor por una parte debido a la forma en que se transmite la información, y por otra, a la creencia de que el dolor es algo que forma parte de la menstruación y que no puede evitarse.
  • Variables de tipo cognitivo:
El habla interna (negativa y repetitiva), la anticipación del dolor, las expectativas de falta de control sobre el mismo… son frecuentes entre las mujeres que padecen de dolor menstrual, favoreciéndose la aparición de estas variables por la alta predictibilidad de ocurrencia del dolor menstrual (“en unos días me vendrá la regla, vaya mierda… con lo que me duele y encima tengo que estudiar, la Saldeva no me hará nada… puta regla, esto es una mierda, ser mujer es una mierda”). Por otra parte, las mujeres con dismenorrea suelen focalizar en el dolor toda su atención, de modo que la más pequeña sensación, es interpretada como posible indicio de dolor (“ay madre, que ya empieza”).  Es frecuente que entonces se desencadene una cadena de pensamientos negativos que acaba desembocando en el dolor y en un proceso de indefensión que genera sentimientos negativos como la ansiedad, que contribuye al procesamiento negativo del problema.
  • Variables emocionales:
La ansiedad, irritación y otros sentimientos favorecen e incrementan los pensamientos negativos haciendo que la percepción e interpretación maligna de los síntomas se incremente. Estas variables también contribuyen al aumento de la tensión muscular, relacionada con el dolor. Conductas como fumar y beber alcohol también contribuyen a incrementar los síntomas menstruales. A la hora de afrontar la dismenorrea primaria, desde el punto de vista psicológico es fundamental analizar el diálogo interno que mantiene la paciente. Si ante los primeros síntomas nuestros pensamientos son del tipo: “Madre mía, estamos a día 20, en dos o tres días me viene la regla…. con lo que duele. No me podré levantar de la cama… ¿Ves?, ahí está el pinchazo ay madre, verás tu qué mal… ¡¡Lo que duele esto, es horrible, me voy a morir!!, ¿Y esto va a ser así todos los meses hasta que tenga 50 años? A mí me da algo…  Puffff… Ser mujer es una mierda, ¿por qué ellos no tienen que pasar por esto?! Qué morro tienen, tan contentos y yo aquí jodida aguantando este infierno… Este tipo de verbalizaciones hacen que aumente la tensión corporal, fundamentalmente la abdominal, con lo que aumentará la isquemia cervical de la que hablábamos antes, las contracciones uterinas se percibirán como más fuertes y dolorosas. Lo que llevará a emitir conductas como toma excesiva de medicamentos cada vez más fuertes que acaben con el dolor, quejas constantes, irritabilidad… Si además el entorno favorece y refuerza estos pensamientos y conductas desadaptativas, contribuye a que el problema se mantenga en el tiempo. En cambio, si ante los primeros síntomas, el diálogo interno es del tipo: “Ostras este dolor es bastante molesto…, pero puedo manejarlo. Puedo tomarme una infusión antiinflamatoria, relajarme un rato, quedarme tranquila y en breve pasará. Venga, que solo son dos días malos, pronto estaré mejor. Solo necesito hacerme bicho-bola un rato. Voy a ponerme la bolsa de agua caliente, bajar el ritmo y enseguida pasará. No me está ocurriendo nada malo, simplemente es mi útero que está siguiendo su ciclo. El ciclo menstrual tiene otras muchas ventajas. Sólo tengo que escucharme. Esto es un poco rollo, pero en último término… qué fantástico es ser mujer, somos dadoras de vida” Los sentimientos y sensaciones que genera el segundo tipo de discurso son mucho más adaptativos, y ayudan a manejar el dolor y afrontar el problema.

Cómo gestionar psicológicamente el dolor menstrual

De modo que es fundamental ayudar a la mujer que sufre de dismenorrea a cambiar el diálogo interno y trabajar las ideas subyacentes bajo la ira, la ansiedad, los sentimientos depresivos e incluso de culpabilidad relacionados con el problema. Para ello, le recomendaremos bibliografía relacionada con la menstruación (Luna roja, de Miranda Grey; Esta es mi sangre, de Élise Thiébaut entre otros) o el visionado de documentales como La luna en ti, de Diana Fabiánová) que la ayuden a reconciliarse con su ciclo menstrual y con lo maravilloso que es ser mujer. Es fundamental ser consciente del papel que tiene la autoatención en el mantenimiento del problema. Unas líneas más arriba hemos visto que la alta predictibilidad de ocurrencia de la menstruación no ayudaba nada, ya que según se va acercando la fecha, se está más pendiente y con la atención totalmente puesta en las sensaciones corporales. Es importante también hacer un entrenamiento en relajación muscular especialmente centrado en la zona abdominal, acompañado de la generación de imágenes relajantes y positivas incompatibles con la ansiedad, ayudarán a relajar la zona y centrar la atención en estímulos más gratificantes. Estrategias como la parada de pensamiento y la distracción para cuando se sorprenda anticipando la llegada del dolor, también son muy eficaces.

Otro cambios para gestionar el dolor menstrual

Aunque no se trate de estrategias puramente psicológicas, modificaciones en hábitos como la alimentación, incluyendo alimentos con propiedades antiinflamatorias, y de hábitos de higiene como el uso de la copa menstrual, ayudan a mitigar los síntomas de dismenorrea funcional. El objetivo (desde el punto de vista psicológico) no es hacer desaparecer el dolor, porque está ahí, se trata de un dolor físico. El objetivo es ayudar a manejarlo y a vivirlo de una manera más adaptativa y menos incapacitante. Silvia Monge, Licenciada en psicología por la UCM, Master en Terapia Cognitivo-Conductual,  Expecialista en trastornos menstruales y cofundadora del Centro de Psicología Huarte en Madrid. Siempre interesada en todo lo referente a la mujer y su idiosincrasia, he realizado trabajos de investigación sobre el afrontamiento psicológico del dolor menstrual y sobre calidad de vida en el climaterio.

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